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En LEU Servicios realizamos de manera profesional intervenciones y tratamientos para la eliminación de procesionaria del pino, realizando nuestros servicios de manera urgente, rápida y efectiva.
Una plaga de procesionaria del pino puede ser un problema tanto para los árboles huéspedes de la plaga como para las personas y las mascotas, ya que se están cubiertas de un vello urticante que puede generar irritaciones en los casos más leves e, incluso, la muerte, en los más graves.
En caso de ser necesario, podemos atender a nuestros clientes de forma urgente las 24 horas.
Todos nuestros tratamientos están garantizados por escrito y, además, incluyen un documento de recomendaciones para que la plaga no se vuelva a extender.
Nuestros técnicos le explicarán con sencillez y cercanía cómo se debe acabar con la plaga y evitar que vuelva a producirse.
En LEU Servicios contamos con profesionales cualificados con gran experiencia en el control y eliminación de plagas. Gracias a esto están capacitados para elegir el tratamiento más efectivo contra la procesionaria.
En función de la magnitud de la plaga, puede ser suficiente con el tratamiento químico (inyección de biocidas en el árbol) en combinación con trampas que impidan que las orugas bajen al suelo o puede ser necesario incluir medios mecánicos, como tala total o parcial del árbol (si se ha visto muy afectado) o eliminación de los bolsones de anidación.
La endoterapia es una de las acciones más eficaces para el control de plagas de procesionaria del pino: se trata de un tratamiento biológico, que se lleva a cabo una sola vez, inyectando un producto biocida en el tronco del árbol justo antes del invierno (normalmente, entre noviembre y diciembre).
Entre las ventajas de la endoterapia destacan la facilidad del tratamiento, su eficacia (el biocida pasa directamente a la savia del árbol y se transmite con eficacia por todo su cuerpo) y el bajo impacto ambiental que produce, resultando un proceso seguro para personas y animales.
Otra de las formas de atajar el problema y cuando ya no es posible un tratamiento de endoterapia, es retirar los nidos. Su aspecto es de grandes bolsas blancas en la copa del árbol, antes de que la procesionaria alcance el estadio de desarrollo necesario para bajar al suelo.
Para evitar posibles reacciones alérgicas por contacto con el vello urticante de las orugas, los profesionales que retiren los nidos con medios mecánicos deben proteger correctamente su cara y su cuerpo con los equipos apropiados.
Esta forma de eliminar las orugas antes de que supongan un peligro para niños y mascotas se utiliza cuando la plaga se ha desarrollado sin que hayamos podido realizar antes otro tipo de tratamientos y se basa en medidas mecánicas para evitar que las orugas adultas bajen al suelo a completar su ciclo biológico.
Las trampas son, en realidad, artilugios muy sencillos, ya que se trata de un anillo que rodea el tronco del árbol, que dirige a las orugas a una bolsa colocada inmediatamente debajo, impidiendo que lleguen al suelo.
Detectar una posible plaga de procesionaria es muy sencillo, ya que tanto los bolsones de huevos como las propias orugas se ven perfectamente a simple vista. Podemos hablar de plaga cuando observamos que la mayor parte de árboles de un pinar tienen una o varias estructuras blancas similares a gusanos de seda en las que se encuentran los huevos de este insecto.
Una vez que los individuos han alcanzado el estado de oruga, comienzan a bajar del árbol en fila india, como si fueran una procesión, lo que les otorga su nombre. Es en ese momento cuando son más peligrosas, ya que es más posible entrar en contacto con el vello urticante de la procesionaria.
El cambio climático y la existencia de inviernos cada vez más suaves y cortos ha propiciado que, durante los últimos años, las plagas de procesionaria se presenten cada vez más pronto en el calendario, siendo común observar pinos completamente infestados ya a finales de enero en determinadas zonas de España.
Las orugas procesionarias están recubiertas por una especie de pelos urticantes, capaces de provocar irritación y picor al contacto con la piel y las mucosas. Esto, que en el caso de personas adultas sin enfermedades no pasa de ser un molesto sarpullido que puede durar hasta 3 semanas, en el caso de alérgicos o niños muy pequeños puede llegar a provocar una importante reacción de hipersensibilidad.
Estos efectos son aún más graves en el caso de las mascotas: los perros, especialmente, sienten una gran curiosidad por las orugas procesionarias y es normal que acerquen el hocico a la fila, exponiéndose a a los vellos urticantes. Si, además, después se lamen la zona afectada, el veneno de los pelos pasa a la lengua y la garganta, provocando que estas se gangrenen, pudiendo llegar a causar la muerte del animal.
Aunque lo normal es encontrar la plaga de oruga procesionaria en pinares, estos animales pueden colonizar otro tipo de árboles, como los abetos y los cedros, aunque en estas especies es menos frecuente encontrarla.
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